sábado, 23 de febrero de 2013

Auschwitz-Birkenau 2013

FOTOGRAFIAS DE SERGEY ANASHKEVITCH PUBLICADAS EN 2013 EN http://aquatek-filips.livejournal.com
















































FOTOGRAFIAS DE SERGEY ANASHKEVITCH PUBLICADAS EN 2013 EN http://aquatek-filips.livejournal.com

sábado, 9 de febrero de 2013

Gitanos, los olvidados del Holocausto


Desde que hace más de mil años los gitanos comenzaran a trasladarse desde el norte de la India hacia Oriente Medio y el continente europeo en busca de prosperidad su situación parece no haber mejorado demasiado. Racismo, miedo, rechazo, odio... el pueblo romaní sufre un estigma que no se ha borrado y que durante el Holocausto condujo a la muerte a alrededor de medio millón de ellos durante el Holocausto.

En la Alemania en la que la raza aria era la que debía perdurar y liderar al mundo, los gitanos se encontraban dentro del grupo de los otros, los que, simplemente, no merecían vivir. Junto a ellos, judíos, homosexuales o disidentes políticos.

Alegaban que era una característica genética, que los romaníes o gitanos (esta palabra es considerada peyorativa por algunos grupos) tenían la criminalidad en el ADN y se transmitía de padres a hijos. En los años 20 empezaron a aprobar leyes por las que les prohibían entrar en sitios públicos como parques, ferias o baños. Se les fichó (con foto y huellas) y quienes no tenían empleo u hogar fijos fueron confinados en campos.

Las tres cuartas partes de los gitanos que residían en Alemania en el año 1933 habían sido asesinadas para el año 1945.

En 1933 cuando Hitler llegó el camino ya había comenzado y la persecución empeoró. En 1934 hubo campañas de esterilización por inyección o castración; en 1935 fueron sujetos a las leyes de Nuremberg y se les impedía el matrimonio con arios; poco tiempo después la Ley de Ciudadanía les arrebató los derechos civiles.

De manera muy similar a lo que sucedió con los judíos en la 'Kristallnacht', en junio de 1938 se instauró la 'Semana de Limpieza Gitana'. Dos años después tuvo lugar el primer genocidio a mano de los nazis: 250 niños romaníes fueron ejecutados en el campo de Buchenwald para comprobar la eficacia de los cristales de zyklon-B, que serían utilizados más tarde en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau.

A finales de 1940, Hitler mandó matar a todos los romaníes. No eran las únicas presas: judíos y minusválidos psíquicos estaban en la lista. Fusilamientos y matanzas en las furgonetas móviles de gas fue el destino de miles de ellos en el frente oriental, recuerda la abogada Ana Mª. Mendiola, en la revista 'Gitanos, pensamiento y cultura'.

En diciembre de 1941, cuando Hitler ordenó la deportación de todos los gitanos que quedaban en Europa a Auschwitz-Birkenau ya no quedaban muchos. Un año antes otros campos como los de Chelmo/Kulmhof, Treblinka y Majdanek habían empezado a recibir cargamentos de romaníes y otros había sido asesinados.

Con todo, como recoge Ian Hancock en su libro 'Roma: Genocide of Roma in the Holocaust', el 1 de agosto de 1944, en Auschwitz, 4.000 gitanos pasaron por la cámara de gas y fueron incinerados en una sola acción. Se llamó, 'Zigeunermacht' (la noche de los gitanos).

Las tres cuartas partes de los gitanos que residían en Alemania en el año 1933 habían sido asesinadas para el año 1945.

"La persecución y asesinato de gitanos en el Holocausto queda muchas veces en segundo plano, pero no fue algo accidental. Es un ejemplo más de la difícil posición que ha tenido este pueblo y que todavía persiste", denuncia Isidoro Rodríguez, director de la Fundación Secretariado Gitano (FSG).

Creciente antigitanismo

Con motivo del Día Internacional del Holocausto, Rodríguez insiste en alertar del creciente antigitanismo -término acuñado por el Consejo Europa- en Europa. "En Hungría incluso ha habido declaraciones del gobierno en contra de los gitanos; en Grecia hemos visto a un parlamentario de Amanecer Dorado relacionado con ataques a esta comunidad; y también ha habido agresiones recientes en Eslovaquia y en España", denuncia.

El 1 de agosto de 1944, en Auschwitz, 4.000 gitanos pasaron por la cámara de gas y fueron incinerados en una sola acción.

Hace dos años, incluso desde El Vaticano se dio la alarma. El arzobispo Agostino Marchetto, el secretario de Consejo Pontificio para los emigrantes, dijo que la persecución de la que son víctimas los gitanos es una suerte de nuevo Holocausto, en una entrevista a la agencia de información vaticana.

La canciller alemana Angela Merkel afirmaba que "el genocidio nazi es una advertencia para el presente". Lo hacía hace unos meses, durante la inauguración del primer Memorial en Berlín por las cerca de 500.000 víctimas gitanas del Holocausto.

Desde la Fundación Secretariado Gitano, piden resaltar la persecución y el rechazo que el pueblo gitano lleva sufriendo secularmente, comprender mejor su situación actual de rechazo y exclusión en muchos países y exigir del conjunto de la sociedad y de las autoridades responsables de la lucha contra la discriminación una actitud más contundente frente a cualquier conducta racista, estigmatización y prejuicio contra los gitanos.

En reciente un informe elaborado por la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la UE se dice sin paliativos: los gitanos -como los que se trasladan desde el Este- están marginados y empobrecidos en sus países de origen y son discriminados en los de acogida -como Italia, España o Finlandia-. Es decir: la misma pobreza y discriminación de las que huyen los gitanos es la que encuentran cuando llegan los países de destino.

Escrito por Amanda Figueras para El Mundo.

domingo, 3 de febrero de 2013

Stalingrado, la tumba del nazismo


El 31 de enero de 1943, hace 70 años, se rindió el mariscal Erich von Paulus, jefe de las fuerzas alemanas en Stalingrado, al general soviético Vasili Zhukov. No fue la de Stalingrado una de las decenas de batallas importantes de la II Guerra Mundial, sino, acaso, la más decisiva. Hasta entonces, la Wehrmacht nunca antes había sufrido una derrota significativa, ni había capitulado uno de sus mariscales, ni había perdido, como tragado por la tierra, todo un Ejército, el VIº y gran parte del IVº ejército Panzer, dos de sus joyas y, sobre todo, aquella derrota marcó el declive de las armas alemanas y el paulatino predominio de las aliadas.

Aquel tremendo choque se gestó en el verano de 1942 cuando Hitler, llevado por su impaciencia -como le sucedía cuando no se producían de inmediato los resultados que perseguía- cambió los objetivos de su ofensiva y en vez de dirigirla contra el Cáucaso, como estaba previsto, dividió sus fuerzas y lanzó lo más granado de ellas contra Stalingrado, la ciudad de Stalin.

Entre el 10 de enero y el 3 de febrero de 1943, unos 100.000 alemanes partieron hacia los campos de concentración, donde morirían como moscas. No regresaron a Alemania ni 5.000. En el frente de Stalingrado, entre julio de 1942 y febrero de 1943, ambos bandos sufrieron unas 1.400.000 bajas (medio millón, muertos). Según el mariscal Malinovski, jefe del 2º Ejército de la Guardia en esa batalla capturaron o destruyeron 2.000 tanques, 2.000 aviones, 10.000 cañones y no menos de 5.000 vehículos. El Estado Mayor alemán reconoció que habían perdido seis meses de producción bélica.

Empeño criminal

La Luftwaffe la arrasó y en agosto, cuando llegó Von Paulus, al frente de unos 250.000 hombres, Stalingrado había dejado de ser un objetivo militar interesante. Pero Hitler se empecinó en su conquista por el prurito de inferir a Stalin una afrenta propagandística y en tan infantil empeño invirtió sus mejores tropas, preparadas para librar grandes batallas a campo abierto y sin ninguna especial aptitud para combatir en un mar de ruinas.

Y entre escombros, esqueletos urbanos y sótanos pelearon desde septiembre de 1942 a enero de 1943 más de medio millón de hombres, infiriéndose unos a otros un promedio superior a las tres mil bajas diarias, sin que los soldados alemanes, continuamente reforzados, lograran tomar hasta el último reducto soviético en la orilla derecha del Volga.

La revancha de Stalin

Aquella feroz guerra de ratas era un dislate nazi, pues, además, estaba permitiendo que el Ejército Rojo reuniera efectivos para un gran contraataque, que se produjo en noviembre. El día 23, tres ejércitos soviéticos atacaron a los gastados ejércitos alemanes del bajo Volga y a sus débiles aliados, italianos y rumanos, abriendo en el frente una brecha de más de 200 kilómetros al norte y al sur de Stalingrado, donde quedó cercada toda la fuerza de Von Paulus. Eran no menos de 300.000 hombres, aunque la mitad de ellos carecían de valor militar: decenas de miles de rumanos y croatas apenas equipados que habían llegado huyendo y una inmensa confusión de planas mayores, oficinas, personal de tierra de la aviación... bocas que alimentar más que tropas operativas.

La situación empeoró paulatinamente pues Hitler se empecinó en organizar allí un resistencia numantina confiando en que la Luftwaffe del mariscal Göring suministraría a los cercados 500 toneladas diarias de víveres y pertrechos. Vana ilusión: En los dos meses largos que duró el cerco apenas proporcionó a Stalingrado 12.000 toneladas, un tercio de lo imprescindible.

El hundimiento

Con todo aún hubo un momento para la esperanza. Mediado diciembre, el mariscal Von Manstein comenzó a abrirse paso hacia Stalingrado con un reducido ejército, tratando de romper la bolsa y abrir una vía de escape a Von Paulus. Para facilitar la operación, éste hubiera debido atacar en la misma dirección con todas sus fuerzas, pero Hitler se empecinó en que Paulus no abandonara las ruinas sino que siguiera luchando para conquistarlas. Aquella insensata orden hizo fracasar la maniobra de Manstein, cuya agotada fuerza debió replegarse para no ser a su vez copada.

El 24 de enero, todas las fuerzas de Von Paulus estaban embotelladas en las ruinas, removidas cada mañana por las granadas de la artillería soviética. En esa fecha, los alemanes perdieron Gumrak, su último aeropuerto, y las fuerzas de Rokossovski partían en dos al 6º Ejército, enlazando junto al Volga con los último reductos soviéticos. Una semana después, sin víveres, con la munición casi agotada, y enfermo capituló Von Paulus, con sus últimos hombres

Escrito por David Solar para el mundo.
David Solar, historiador y autor de los libros sobre la Segunda Guerra Mundial 'El último día de Adolf Hitler', 'La caída de los dioses' y 'Un mundo en ruinas', entre otros.